Revista del Consejo de la Persona Joven
ISSN: 2215 4442
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Lic. en Ciencias de la Educación con énfasis en Docencia. Consejo Nacional de Política Pública de la Persona
Joven. Costa Rica. fquiros@cpj.go.cr
Recepción: 30 de abril de 2021
Aprobación: 15 de julio de 2021
José Francisco Quirós Rojas
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RESUMEN
ABSTRACT
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INTRODUCCIÓN
Convivimos en un mundo globalizado en el cual lo que se establece políticamente es un asunto
de orden económico, tal como lo plantea Nelson (2018) “la cuestión de la existencia de un cambio
fundamental en la economía política de la globalización pasa por el cambio tanto económico como
político”(párr.3) que tiene incidencia en las políticas públicas que emanan para cualquier sector,
y su vinculación con la educación y los procesos de desarrollo social en sus diversas
manifestaciones no son la excepción en la sociedad del conocimiento del siglo XXI.
El objetivo general de este artículo consiste en exhortar al sistema educativo costarricense sobre
la importancia de la lectura y la escritura como macrohabilidades que potencian las facultades del
intelecto de las personas jóvenes para los procesos de investigación formativa en la sociedad del
conocimiento. Y como un objetivo específico indicar, con la información de datos documentales
aportados por diferentes fuentes, sobre la carencia que tienen las personas jóvenes en los hábitos
de lectura y escritura, así como su implicación en los procesos de la investigación formativa.
La metodología para el artículo parte del análisis y reflexión de algunas fuentes bibliográficas,
exploración documental con uso de algunos datos recopilados de la Encuesta Nacional de Cultura
2016, realizada por el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INEC), y de la Tercera Encuesta
Nacional de Juventudes 2018. Así mismo se retoma la vinculación entre educación y cultura;
normativa nacional e internacional vinculadas con expectativas hacia las personas jóvenes, y otras
temáticas sustantivas emitidas por personas expertas quienes tienen relación directa con los hábitos
de lectura y escritura, y sobre su incidencia para el desarrollo de las personas jóvenes.
Las categorías conceptuales enunciadas, así como las normativas y cualquier dato asociado en
las encuestas abordadas constituyen un producto de la elaboración y consideraciones
sociopolíticas, que han sido determinadas por un proceso diacrónico de una sociedad sometida a
una dinámica continua de resignificaciones, que de alguna manera, van encaminadas al fomento y
promoción de las condiciones sociales y económicas; así como de las interpretaciones en las que
está inserta la población joven, la que también ha sido sujeto de cambio por los correspondientes
enfoques y valores sociales en diversos contextos históricos.
Es consabido que los hábitos de lectura y escritura son la base para cualquier proceso educativo,
así como para el pleno desarrollo de las habilidades posteriores de desempeño académico o laboral
de las personas jóvenes, que posibilitan la creación de conocimiento y su efecto multiplicador;
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¿pero serán esas macrohabilidades (lectura y escritura) las que podrían potenciar progresivamente
las capacidades en todas las personas jóvenes, dependiendo de sus capacidades cognitivas?
¿Necesitarán las personas jóvenes una orientación pedagógica más enfocada en sus necesidades
que son las que demanda el siglo XXI para el fortalecimiento de estrategias académicas en
investigación formativa, siendo la lectura y la escritura pilares fundamentales, por medio de una
redefinición de las políticas públicas y el currículo de los programas de estudio?
EDUCACIÓN Y CULTURA DOS DIMENSIONES DE CAMBIO EN EL SIGLO XXI
La educación ha sido concebida por personas investigadoras, de diferentes disciplinas, inclusive
por estudiosos de la educación, desde la Antigüedad hasta nuestros días, y por quienes hemos
estado en el ámbito docente, como un proceso multidireccional, sistémico, estructurado; mediante
el cual se tiende a desarrollar en las personas jóvenes [énfasis agregado] las capacidades
intelectuales, físicas, artísticas, motoras habilidades y transferencias culturales para el
enriquecimiento personal, la interacción y desarrollo social. Además, aporta y permite la
transmisión de una serie de valores y conocimientos que identifican a las sociedades, como la
nuestra, según su condición “multiétnica y pluricultural (Art. 1. Constitución Política de la
República de Costa Rica).
Este apartado contiene un breve repaso teórico de la educación y del sector cultural, porque
mantienen una constante e íntima relación que no se pueden desligar; inclusive cuando el ámbito
educativo tenga un sentido más restrictivo que el cultural. Según lo esbozado por Crubellier (1978),
existe una simbiosis entre la educación y la cultura, porque en la educación subyace y están las
bases de una cultura, es decir, la forma en cómo confronta la vida una sociedad y, por ende, las
personas jóvenes. Por otra parte, menciona el investigador que cuando un sistema educativo está
atrasado, estaría en discordancia y entra en franca contradicción con la cultura que le sirve de
sostén, produciendo una limitación social. (pp.39-48).
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Lo expuesto es constatado por Guichot Reina (2016) al afirmar que:
Todo fenómeno educativo, toda teoría o idea sobre educación, se debe inscribir en el
contexto de las condiciones sociales, políticas, económicas, culturales donde se gesta;
aspecto éste [sic] que reclama por parte del historiador de la educación un tratamiento
interdisciplinar de su objeto cognitivo. Por consiguiente, a lo largo del tiempo se han
manejado distintas concepciones sobre educación que originaron la existencia de prácticas
múltiples dependiendo de las finalidades que a ésta [sic] le asignó la sociedad del momento.
(p.13).
Por su parte, Nel Noddings (2002), citada por Smith (2004, 2020), concibe la educación como
"una constelación de encuentros, tanto planificados como no planificados, que promueven el
crecimiento a través de la adquisición de conocimientos, habilidades, comprensión y apreciación"
(Noddings 2002, p. 283). Según lo anterior, la experta ofrece una dimensión de la educación más
amplia, y pone especial énfasis en otros contextos en los que se desenvuelven las personas jóvenes
[énfasis agregado] como lugar de encuentro educativo.
En consecuencia como lo expone Smith al citar a Noddings, los investigadores James Bowen y
Peter Hobson (2008), el primero de ellos historiador de la educación y Hobson un filósofo de la
educación de la Gran Bretaña; trabajan sobre las teorías de la educación, y abordan de manera
concisa y clara el significado de educación en tres niveles de significaciones: el formal, informal
y otro que comprende a ambos. De acuerdo con los expertos la educación “es un proceso social
básico por medio del cual las personas adquieren la cultura de su sociedad (…)” (pág. 12).
El abordaje de los ámbitos educativo y cultural, respectivamente, en toda la dimensión
conceptual sobre las que se sustentan sus más idiosincráticos valores, son tareas imprescindibles
y un desafío de responsabilidad que enfrentan los países, que tiene una reacción directa de deber y
derecho en la formulación de las políticas públicas (educación, economía, cultura, salud, entre
otras) que se dirigen hacia la sociedad, y cuando se habla de sociedad en términos generales, es
inherente y tácita la implicación hacia las personas jóvenes, a sus derechos, deberes y necesidades
en la sociedad del conocimiento. Desde esta dimensión Bolívar, Ligia (2010) manifiesta lo
siguiente:
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Hablar del contenido del derecho a la educación nos obliga, en primer término, a delimitar
en qué no consiste este derecho [énfasis agregado]. Esta aclaratoria parece necesaria para
contrarrestar los argumentos de quienes, en pleno siglo XXI, pretenden aún relativizar la
exigibilidad de los derechos económicos, sociales y culturales. Hemos visto cómo el
derecho a la educación tiene dimensiones que lo insertan en el campo de los derechos civiles
y políticos; quizás sobre ello hay menos discusión, ya que prácticamente nadie pone en
duda que a una persona a quien se le niega el acceso a la escuela por razones raciales o
étnicas, se le está violando el derecho a la educación. (p.197).
Siguiendo la cita de Bolívar, la educación como un sistema integrado, institucionalizado, y unos
de los derechos humanos fundamentales, que se ha establecido para desarrollar las capacidades
intelectuales, morales y afectivas, conlleva a circunscribirla al ámbito de la cultura y a las normas
de convivencia previamente establecidas por la sociedad a la que se pertenece, desde sus principios
epistemológicos, entre los que son parte esencial los valores. Sin embargo, como lo menciona la
investigadora, habrá que tener en consideración la delimitación de ese “derecho inherente” y sobre
las significaciones conceptuales en los que se fundamenta. La educación es un proceso de
formación continuo, permanente, dinámico e integral de las personas, cuyo inicio se da desde que
la persona nace y tiene una prolongación durante la vida; inclusive en la adultez (Andragogía),
según se ha mencionado. Y para que ese proceso continuo y dinamizador se dé, se necesita de una
persona con capacidades profesionales calificadas y macrohabilidades óptimas de lectura y
escritura; aquí entran en acción varios actores de acuerdo con sus competencias como el personal
docente de cada institución, el apoyo del núcleo familiar o responsables de las personas jóvenes y
el rol de la persona estudiante, como requerimientos de responsabilidad sociocultural.
Por lo expuesto, la interacción entre un sistema educativo formal y el sector cultural, presupone
aludir a las acciones que desde el Estado, la Academia y hasta de los preceptos que emanan de los
organismos internacionales van dirigidos a la ciudadanía, sin distinción de discapacidad, raza,
credo, afiliación política, género, identidad, orientación sexual, contextos diversos, entre otros
aspectos, en el que están inmersas las personas jóvenes.
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En el siguiente apartado se hará alusión a algunas de esas normativas, con posibilidades o
intereses por parte del Estado costarricense, que han sido emitidas mediante leyes; así mismo otras
promulgaciones de instrumentos de organismos internacionales dirigidas hacia las personas
jóvenes. Existe mucha información al respecto; no obstante, solo se hará alusión a lo que se ha
considerado oportuno para la población joven y su incidencia con los derechos de las personas
jóvenes y su relación frente a los hábitos de lectura, según las expectaciones tácitas de las
normativas en cuestión.
ACCIONES Y PERSPECTIVAS PARA LAS PERSONAS JÓVENES: NORMATIVA
NACIONAL E INTERNACIONAL
La Ley General de la Persona Joven y sus reformas, No. 8261, (2002), menciona que las
personas jóvenes son aquellas con edades entre los 12 y 35 años (p.3). De acuerdo con el INEC
(Censo, 2011) este rango de edad corresponde a 1.819.689 personas. Se evidencia que son las
juventudes el grupo más numeroso de la población costarricense, con un porcentaje del 42,3%.
Actualmente, según ese mismo instituto indica que la proyección al 30 de junio del 2020 es de
39.3% de personas jóvenes, en el mismo rango de edad. (INEC, 2020).
El último porcentaje es un indicador para advertir sobre la atención prioritaria que requieren
las personas jóvenes de nuestro país, porque esta población aparte de ser numerosa, necesita de un
apoyo más eficiente en vista de que es un grupo etario con características muy particulares,
diversas, en su proceso de formación. Por las características enunciadas, podrían tener más refuerzo
por parte del sistema educativo y la correspondiente cohesión con el ámbito cultural para potenciar
sus facultades inherentes.
El Enfoque de Juventudes: Hacia una visibilización positiva de las personas jóvenes (2010)
reconoce las diferencias y particularidades de este grupo etario, como referencia a “sus diversas
identidades y expresiones socioculturales” (CPJ, p.5), en el que se reafirma el término “juventudes”
en plural, porque se visibilizan las diferencias de esa población. En este sentido, es que no se podría
separar la educación y la cultura sin pensar en las juventudes y la relación de reciprocidad implícita
con su entorno diverso, y en la manera cómo se debe irrumpir desde la institucionalidad en el
desarrollo de las capacidades cognitivas heterogéneas de este grupo etario.
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Por su parte, la Declaración Universal sobre la Diversidad Cultural de la Unesco (2001) plantea
una definición de cultura en su relación con los procesos de desarrollo humano:
La cultura debe ser considerada como el conjunto de los rasgos distintivos espirituales y
materiales, intelectuales y afectivos que caracterizan a una sociedad o a un grupo social y
que abarca, además de las artes y las letras, los modos de vida, las maneras de vivir juntos,
los sistemas de valores, las tradiciones y las creencias. (Unesco, p. 4).
La ruta de la Agenda 2030 de la ONU (2015), propone 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible,
cuyo propósito es una oportunidad para que los países y sus sociedades emprendan un nuevo
camino con el que mejorar la vida de todos, sin dejar a nadie atrás” (párr.1). Todos los objetivos
plantean situaciones esperables [énfasis agregado] de acuerdo con el derecho de las personas a una
educación de calidad.
Por su parte, la Ley Fundamental de Educación N° 2160 del 25 de setiembre de 1957, con casi
64 años de existencia, destaca uno de los fines: “b) Contribuir al desenvolvimiento pleno de la
personalidad humana; e) Conservar y ampliar la herencia cultural, impartiendo conocimientos
sobre la historia del hombre, las grandes obras de la literatura y los conceptos filosóficos
fundamentales”. (Cap. 1, Art. 2).
Según lo que pronuncia esa ley, en los incisos b) y e) es de interés particular lo que se le atribuye
al inciso b) sobre el desenvolvimiento pleno [énfasis agregado] de la personalidad. Bajo esa
premisa, es de presuponer el protagonismo que tiene la persona educadora para fortalecer, según
su grado de experiencia y visión pedagógica, y de manera consistente para que las personas jóvenes
puedan obtener información y contenidos que incorporen en su estructura cognitiva para su
desenvolvimiento, los cuales les garantice el desarrollo y las competencias idóneas para un proceso
de enseñanza aprendizaje significativo. También que se les legitime el derecho de acceso a las
herramientas necesarias para la valoración de la herencia cultural en su diversidad, de manera que
las personas jóvenes relacionen el nuevo conocimiento, le den sentido en sus prácticas académicas
de lectura y escritura en sus contextos diversos.
La institucionalidad costarricense ha venido dando algunos resultados positivos porque se han
creado instituciones que velan y llevan a cabo las acciones encomendadas en su marco jurídico de
acción por los derechos educativos y culturales de estos grupos etarios.
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No obstante, la sociedad del conocimiento demanda esfuerzos reveladores por parte de las
instituciones del Estado, debido a la incursión de las tecnologías de la información y la
comunicación que fluyen constantemente y, por ende, el cambio hacia las cosmovisiones sociales.
Es una demanda de los tiempos y un llamado urgente para que las políticas públicas dirigidas
a las personas jóvenes respondan a los signos de los periodos que marca la sociedad, pero hay que
brindar esas oportunidades para que la frase “sin que nadie se quede atrás” (ONU, 2015), tenga
sentido práctico en el caso de las personas jóvenes en Costa Rica, incluyendo dentro de este grupo
etario a las juventudes que presentan algún tipo de discapacidad, como la intelectual por ejemplo,
como mencionó Bolívar (2010) sobre el “derecho inherente” que les concierne a las personas
jóvenes discentes.
La Ley Fundamental de Educación debe ser un instrumento contestatario de la educación de
cara al Bicentenario de la República y para los próximos años. De manera que si hay que hacer
reformas a los programas de estudio se hagan con la celeridad del caso, sin detrimento de lo que
se haya hecho hasta el momento. Pero podría mejorar la calidad de la educación en Costa Rica, así
como los proyectos y programas culturales que estén dirigidos hacia la población joven; máxime
que del presupuesto nacional para el 2020 se destinó el 7,4% del PIB (Chinchilla S. (20 de enero,
2020), (párr. 2) para el financiamiento de las instituciones de preescolar, primaria, secundaria y
superior.
Existen compromisos e intereses por parte de entes nacionales e internacionales para mejorar la
condición de vida de las personas en diferentes ámbitos, especialmente hacia las personas jóvenes,
pero en la práctica la situación es diferente como se expondrá más adelante, según informes
realizados y emitidos en nuestro país en relación con los hábitos de lectura y, por consiguiente, la
escritura, además de una práctica ausente de procesos pedagógicos para la investigación formativa
como parte del currículo académico.
SOCIEDAD DEL CONOCIMIENTO: EXPECTATIVAS Y DESAFÍOS PARA EL
DESARROLLO DE LAS PERSONAS JÓVENES EN EL SIGLO XXI
La sociedad del actual milenio está sumergida en una coyuntura donde la educación, en
cualquier nivel académico, posee una serie de escenarios que deben ser considerados. Uno de estos
sería la visión para la formación adecuada de personas jóvenes profesionistas que resuelvan con
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autonomía y sentido crítico los diversos problemas que enfrentan y que presenten nuevos
paradigmas. Pero también, por otra parte, para ello, necesitan del apoyo necesario por parte de las
instituciones educativas para el desarrollo de sus competencias intelectuales. En el siguiente cuadro
se muestra una parte de la situación académica de la población joven en el siglo XXI en nuestro
país, según su rango de edad. Con base en la Tercera Encuesta Nacional de Juventudes 2018, las
características educativas de las personas jóvenes en un rango de edad de 15 a 35 años, presentan
las siguientes condiciones:
Tabla 1
Costa Rica: Características educativas de la población joven por región de planificación.
(En porcentaje)
Fuente: Consejo de la Persona Joven. Tercera Encuesta Nacional de Juventudes 2018.
Como se aprecia en la Tabla 1 “sabe leer y escribir”, hay un alto porcentaje (99,1%), en todas
las regiones de planificación; sin embargo, persiste, aunque sean porcentajes bajos, personas
jóvenes, quienes aún no saben leer y escribir (0,8%).
La afirmación de que “saben leer y escribir” es una variable a la que hay que prestarle la debida
atención, porque eso no significa que realmente, quizás, sean aprendizajes significativos en
términos de “calidad” por la manera cómo leen, cómo interiorizan y decodifican lo leído, y cómo
expresan sus ideas mediante la escritura, y eventualmente cómo se enfrentarán para la elaboración
de una investigación, si no han tenido las personas jóvenes en su formación académica, los
instrumentos pedagógicos necesarios para llevar a cabo algún tipo de investigación.
Central Chorotega
Pacífico
Central
Brunca
Huetar
Caribe
Huetar Norte Total
99,4 99,4 99,4 98,8 97,3 97,9 99,1
No 0,4 0,6 0,2 1,2 2,7 1,6 0,8
NS/NR 0,1 0,0 0,3 0,0 0,0 0,4 0,1
Primaria o menos 19,9 20,0 28,1 23,6 31,5 36,2 23,0
Secundaria 53,4 59,2 57,9 57,2 56,1 53,7 54,6
Universitaria 26,7 20,9 14,0 19,2 12,5 10,1 22,4
72,8 57,3 61,3 67,0 55,8 64,4 68,2
No 27,2 42,7 38,7 33,0 44,2 35,6 31,8
NS/NR 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0
Ninguno 36,8 40,2 41,1 40,1 40,7 41,3 37,8
Diplomado 11,3 12,0 10,4 9,8 14,5 16,6 11,6
Bachillerato 32,0 22,3 27,0 21,9 27,6 22,3 30,0
Licenciatura 17,2 23,1 19,9 25,3 12,8 14,3 17,8
Posgrado 2,7 1,9 1,6 2,8 3,7 3,8 2,7
NS/NR 0,0 0,5 0,0 0,0 0,6 1,6 0,1
Título
universitario
obtenido
Condición
Región
Sabe leer y
escribir
Nivel educativo
actual
Obtuvo el título
de bachillerato
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Si a lo anterior le sumamos los datos suministrados por el INEC (2016) en la Encuesta Nacional
de Cultura 2016, (octubre-diciembre), donde las personas encuestadas en un rango de edad de 12
a 17 años que “saben leer y escribir”, pero que no leen libros por motivo de no hacerlo, según zona,
región de planificación, grupo de edad y nivel de instrucción, se destaca que por “Desinterés o no
le gusta”: por sexo (hombres 59,7%; mujeres 52,5%); “Falta de tiempo”: (hombres 23,9%; mujeres
26.4%). “Tiene otras preferencias”: (hombres 6,5%; mujeres 7,0%). “Otros” incluye motivos de
salud o discapacidad, prefiere leer otras cosas, falta de dinero, sitio para conseguirlos queda lejos”:
(hombres 9.9%; mujeres 14,1%.
En edades comprendidas entre los 18 a 35 años de edad, tanto hombres como mujeres presentan
los siguientes motivos y porcentajes: “Desinterés o no le gusta”, un 59%; “Falta de tiempo”, un
28,3%; “Tiene otras preferencias”, un 4,3%; y “Otros”: un 8,4%. En relación con el nivel de
instrucción: “Sin instrucción”: (un 55,3% muestra desinterés o no le gusta; un 13.4% mencionó no
tener tiempo; un 17.7% manifestó tener otras preferencias, y “Otros”: un 13,6%. A nivel de
primaria: un 57,2% desinterés o no le gusta; un 20,7% por falta de tiempo; un 6,5%, y en Otros”:
un 15,6%. En secundaria, en el mismo orden de factores (desinterés o no le gusta, un 60%; falta de
tiempo, un 24,3%; tiene otras preferencias, un 6,3%; y otros, un 9.4%).
A nivel universitario se destaca los siguientes porcentajes en el mismo orden de motivos para
no leer: 42,2%; 44,3%, 8,2% y un 5,3%, respectivamente. Además de que es alarmante que por
regiones de planificación las cifras por motivos de “Desinterés o no le gusta” el valor mínimo es
de un 54,1% en la Región Huetar Caribe, y “Por falta de tiempo” el valor mínimo es de un 17,9%
en la Región Pacífico Central. (INEC, cuadro 9).
Con base en los porcentajes y motivos expresados en la ENC ( INEC,2016), y de acuerdo con
lo expuesto por la ONU (2015) para el 2030, hay siete metas de resultados esperables [énfasis
agregado] de las cuales dos, entre otras, van también dirigidas a las juventudes desde la óptica de
educación y alfabetización: “4.1 Educación primaria y secundaria universal" (Obj.4:Educ. de
Calidad). “4.6 Alfabetización universal de la juventud: Garantizar que todos los jóvenes y al menos
una proporción sustancial de los adultos, tanto hombres como mujeres [énfasis agregado], tengan
competencias de lectura, escritura y aritmética”. (Meta: 4.6). Para el logro de esas metas o
resultados se proponen 3 medios. Para el fin del presente artículo se destacará solo un medio: 4.c
Maestros y educadores: “Para 2030, aumentar sustancialmente la oferta de maestros calificados
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[énfasis agregado], entre otras cosas mediante la cooperación internacional para la formación de
docentes en los países en desarrollo, especialmente los países menos adelantados (…)”. (Obj.4:
Educación de Calidad).
Lo que manifiesta dicho organismo es una expectativa, y suele suceder que en todos los criterios
que se brindan, se mencionan una serie de aspectos que se deben llevar a cabo, pero resulta obvio
que el cómo se realizará va a depender de la dinámica interna de cada Estado, desde su propia
condición educativa, cultural, política y económica.
De igual manera, La Convención Iberoamericana de Derechos de los Jóvenes (Asamblea
Legislativa de Costa Rica, 2005), respecto a la educación, en el capítulo III sobre los Derechos
Económicos, Sociales y Culturales de esta población, manifiesta en su artículo 22, punto 4, lo
siguiente:
La educación fomentará la práctica de valores, las artes, las ciencias y la técnica en la
transmisión de la enseñanza, la interculturalidad, el respeto a las culturas étnicas y el acceso
generalizado a las nuevas tecnologías y promoverá en los educandos la vocación por la
democracia, los derechos humanos, la paz, la solidaridad, la aceptación de la diversidad, la
tolerancia y la equidad de género. (Inciso 4).
Es conveniente retomar de acuerdo con la cita, el fomento de los valores que atañe a la
educación. Como lo expone García Morrente (1996) en su Ensayo sobre el progreso (1906-1936):
“Los valores no son cosas. Los valores no son, no tienen ser, sino que precisamente valen, tienen
valor. Por eso no son conocidos, sino estimados” (p.317).
Es preciso anotar, entonces, que los valores tienen una trascendencia en el ser humano, por lo
tanto, no será preciso mencionar que hay que “rescatar los valores” como si estos se perdieran en
el abismo de lo absurdo, sino que habrá que redefinirlos porque están como cualidades inalterables
en la vida de cualquier persona, y no será una excepción la aprehensión que de acuerdo con su
experiencia de vida tengan las personas jóvenes como aprendientes, y la persona educadora en su
deber y compromiso en sus prácticas docentes en la educación que demanda la sociedad del
conocimiento.
Según lo expuesto por los organismos citados, y por lo que expresa García Morrente sobre los
valores, la educación se debe abordar de forma holística, desde los receptores del proceso, en este
caso las personas jóvenes, y el papel protagónico de idoneidad que debe cumplir el personal
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docente, en su posición privilegiada para el desarrollo social y cultural de los pueblos; sin embargo,
la realidad parece ser diferente.
De acuerdo con el Séptimo Informe del Estado de la Educación (PEN, 2019), como se verá más
adelante, y por lo expuesto en el párrafo precedente, será abordado en el artículo en vista de que lo
que se debe hacer no se está haciendo, por lo menos de la manera más idónea posible.
Una exploración crítica sobre la manera cómo se lee, o se “sugieren los actos de lectura” en los
centros educativos, los materiales utilizados (literarios y no literarios) y las actividades de lectura
que se ejecutan, podrían determinar si se están desarrollando en las juventudes de nuestro país, las
competencias significativas de lenguaje que necesita este grupo etario, y no como un mecanismo
para aprobar un curso lectivo, aunque los programas de estudio arrojen una serie de acciones
loables. Pero las encuestas demuestran resultados de situaciones muy disímiles a lo propuesto en
el currículo académico sobre la lectura y la escritura para las personas jóvenes.
Leer como acto asiduo debería considerarse como una responsabilidad personal para tener una
correcta ortografía, mejorar las habilidades comunicativas; favorecer las competencias del
pensamiento crítico, la comprensión, la atención, la observación, así como la reflexión y la memoria,
entre otros factores. Lo expuesto es ratificado por Flores (2016) al indicar que “Las exigencias del
siglo XXI y de un mundo globalizado nos demandan habilidades como el pensamiento crítico, que
es necesario para una lectura analítica y académicamente aceptable”. Existen diversos enfoques
para la enseñanza de la lectura y la escritura, pero sobre este punto específico, será la persona
docente quien de acuerdo con su formación académica, espacio geográfico en el que se la
experiencia educativa, además de la experticia y capacidades en los hábitos propios de la persona
educadora acerca de la lectura y la escritura, sabrá brindar los enfoques y metodologías necesarios
para un aprendizaje significativo en las personas jóvenes. Se deduce, entonces, que de las
estrategias instruccionales que utilice el personal docente para el proceso de enseñanza aprendizaje
de la lectura y la escritura, como actos académicos de impacto en el proceso de desarrollo de este
grupo etario, así como de sus eventuales actividades para la investigación formativa, son
herramientas necesarias; pero la persona docente tendría que tener como parte de su currículo
profesional esas habilidades de investigación; además que sus hábitos por la lectura y la escritura
deberían ser una constante en su formación permanente, como ya se ha sugerido.
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En nuestro país, el Programa de Estudios de Español, del Ministerio de Educación Pública,
para el Tercer Ciclo de la Educación General Básica y Educación Diversificada (2017), propone
que las personas jóvenes realicen un trabajo investigativo anual monografía. No obstante, según
lo constatado en la lectura de ese programa, se da énfasis a la estructura de los textos que elaborarán
las personas estudiantes, pero no se hace mención a las posibles competencias cognitivas de
aquellas personas cuyas capacidades de aprendizaje como grupos heterogéneos presentan alguna
situación como discapacidad cognitiva. Se carece de información respecto a qué tipo de
orientaciones brinda la persona docente en su desempeño sobre el valor de la investigación
formativa, siendo esta una herramienta indispensable del proceso enseñanza aprendizaje que forja
en las personas jóvenes un criterio reflexivo y crítico de exploración de su entorno, para alcanzar
una educación acorde a las demandas de la sociedad del conocimiento.
Para enfatizar aún más en lo expuesto, el Programa Estado de la Nación en Desarrollo Humano
Sostenible (2019), en su resumen del Informe Estado de la Educación, evidencia que la formación
en el caso de los docentes de español, es una situación lamentable que afectará ineludiblemente el
Programa de Español.
Débil formación inicial de los docentes afecta aplicación del programa de Español. El estudio
(…) encontró que apenas un 31,9% de los profesores consultados expresó sentirse totalmente
preparado para enseñar; además, solo un 47% calificó su formación universitaria como muy
buena. Estos datos son alarmantes para una sociedad en la cual la lectura se considera el eje
del aprendizaje de la lengua y de las otras áreas curriculares (Murillo et al., 2018, p.33).
Los criterios pedagógicos que implemente el personal docente son de suma importancia en el
proceso de enseñanza aprendizaje de la lectura y la escritura, en virtud de que se debe encauzar la
educación y sus respectivos procesos para la integración de la población joven en todas las regiones
del país, para que haya una inclusión social equitativa, y de respeto a las particularidades de cada
región, específicamente los territorios indígenas de nuestro país.
Sobre la demora que persiste aún, el Programa Estado de la Nación (PEN, 2019) hace un llamado
de atención al sistema educativo del país por las situaciones de conflicto que podrían generarse si
se sigue en el aplazamiento del desarrollo y destrezas que se pueden alcanzar en la enseñanza de
la lengua y en el tema de la literatura:
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En la enseñanza de la lengua pueden presentarse problemas si se enfatiza un solo aspecto
por encima de los otros, situación que ha sido usual en el sistema educativo costarricense,
en el que se han sobrevalorado los temas gramaticales y la normativa académica, en
detrimento del desarrollo de las competencias comunicativa y literaria (PEN, 2019, p.92).
Respecto a lo que menciona el PEN (2019), según la Tercera Encuesta Nacional de Juventudes
2018, la formación en distintas áreas se aprecia en la siguiente información:
Tabla 2
Formación artística o cultural que han recibido las personas jóvenes según región de
planificación. 2018 (En porcentaje)
Fuente: Consejo de la Persona Joven. Tercera Encuesta Nacional de Juventudes 2018.
La información evidencia que las regiones vulnerables y con poca formación en procesos de
actividades artísticas/culturales son las seis regiones de planificación, según los datos de la Tabla
2. Y esa carencia de formación se acentúa aún más en el área literaria (poesía, novela, ensayo) en
todas las regiones de planificación.
Para ratificar sobre la situación de atención actual de las personas jóvenes y su posicionamiento
a nivel nacional, en la Política Nacional de Derechos Culturales 2014-2023, en las “Áreas de
atención del Sector Público Cultura (MCJ y Empresas Públicas Estatales” (MCJ, 2013, p.18), se
expresa que solo el 3% del sector público de cultura corresponde a la juventud en relación con las
otras áreas del sector, para relacionar algunos casos, las artes escénicas con un 19%, artes musicales
con un 22%; artes musicales con un 25%, entre otras áreas y porcentajes superiores al de juventud.
Central Chorotega
Pacífico
Central
Brunca
Huetar
Caribe
Huetar Norte
Han recibido alguna formación artística y/o
cultural
22,4 11,3 16,8 23,8 12,0 16,6 20,0
Tocar algún instrumento musical 36,7 13,4 32,0 45,8 28,1 41,0 36,2
Bailes populares, folclóricos 18,5 54,2 27,1 24,9 31,1 32,8 22,5
Pintura, escultura, dibujo, fotografía (artes visuales) 17,0 10,1 16,5 20,3 21,5 10,2 16,7
Danza moderna, ballet, etc. 15,3 7,5 11,0 8,3 14,6 7,9 13,6
Teatro 11,6 13,2 17,1 7,0 6,8 8,4 11,1
Canto 9,0 5,7 7,0 5,9 9,7 8,5 8,5
Manualidades 5,7 0,6 2,1 6,8 1,9 4,6 5,1
Cine, televisión, radio, videos, etc. 4,4 0,8 1,5 2,5 5,6 1,3 3,8
Artesanías 2,2 1,5 1,8 5,6 1,9 7,6 2,8
Cocina 2,0 0,8 0,5 2,5 0,0 3,0 1,9
Diseño de artículos, joyas, interiores, moda 1,2 0,0 2,7 5,0 0,6 1,7 1,6
Poesía, novelas, ensayo (literatura) 1,6 0,6 0,6 2,8 1,7 0,0 1,5
Cuentacuentos, circo, títeres 1,0 0,0 0,4 0,3 0,0 0,0 0,7
Gestión y promoción cultural 0,5 0,0 0,0 0,7 0,0 0,4 0,4
Tipo de formación
Región
Total
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Además, en la misma PNDC se menciona que “(…) está el caso del enfoque de juventud, que
debería transversalizar el quehacer de todo el sector, pero que todavía no se ha concretado en la
práctica y se mantiene como un área de trabajo separada” (p.18). De esta manera se aprecia que la
población joven como parte del abanico cultural posee un porcentaje muy bajo de injerencia en el
sector cultural. De igual manera se menciona que así “en menor medida a la promoción de las artes
literarias” (p.18) que en su conjunto es una acción que también está dirigida hacia las personas
jóvenes dentro del quehacer artístico institucional, que posee un menor grado de la gestión cultural.
LECTURA Y ESCRITURA: DOS PRÁCTICAS DE APRENDIZAJE Y HERRAMIENTAS
PARA EL CONOCIMIENTO Y LA INVESTIGACIÓN FORMATIVA EN LAS PERSONAS
JÓVENES
De acuerdo con lo anotado en la introducción, la referencia hacia la lectura y la escritura,
seguirán siendo los componentes esenciales macrohabilidades que propician la estimulación
para el pensamiento crítico y un aprendizaje significativo en todos los dominios específicos del
saber humano.
No obstante, en pleno siglo XXI, Flores (2016) menciona que hay una actitud poco alentadora
hacia esas macrohabilidades en vista de que expone que “la lectura es posiblemente una
herramienta a veces subestimada para promover y mejorar la redacción y el pensamiento crítico.”
(p. 131). En este sentido, es una afirmación que le resta a las competencias de lectura y escritura,
el valor positivo que estas conllevan. Además menciona el autor que de acuerdo con el criterio de
la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos OCDE (2011) cuestiona el
ámbito educativo con las siguientes interrogantes: “¿Están los estudiantes bien preparados para
responder a los retos del futuro? ¿Son capaces de analizar, razonar y comunicar con eficacia sus
ideas? ¿Pueden razonar, analizar y comunicar sus ideas eficazmente? ¿Han encontrado los
intereses en los que persistirán a lo largo de sus vidas, como miembros productivos de la economía
y la sociedad? (p.130). Se deduce que habrá que promover, potenciar y desarrollar esas habilidades
de lectura y escritura para la competitividad y demandas que impone la sociedad actual.
En la formación de la persona desde temprana edad hasta la adultez, se le debe brindar las
herramientas necesarias para un aumento paulatino en el desarrollo de habilidades en el proceso
de enseñanza aprendizaje, que contemple más efectividad de acuerdo con las necesidades que
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demanda la sociedad del conocimiento del siglo XXI. Todo aprendizaje debe conllevar al
conocimiento de lo aprendido, al saber y a su aplicación porque el conocimiento que no se aplica
ni actualiza simplemente caduca inexorablemente.
Como lo mencionó Arturo Pérez-Reverte (2015) en su discurso en el Congreso de Educación de
Santillana: El valor educativo de la literatura:
La lectura como factor educativo. Como trampolín de vida e inteligencia. De vida y futuro
para un joven lector. El ser humano suele llamar nuevo a lo que, en realidad, ha olvidado.
Sin embargo, todo está ahí. En esos tres mil años de memoria cultural: las repuestas a los
desafíos, las grandes soluciones, los grandes desastres, el ser humano en su miseria y su
gloria. Los libros, la lectura, no sólo dan el conocimiento de una lengua y su uso correcto,
o transmiten conocimientos. (párr. 6).
Partiendo de la cita, las personas jóvenes deberían ser más visibilizadas desde la
institucionalidad, que sus voces se escuchen en todos los contextos sociales, y cuando se hace
mención a dicha expresión, se hace referencia al simbolismo que esta engloba en la vida social de
este grupo etario, incluyendo sus prácticas académicas significativas y el contexto cultural en el
que se desenvuelven. De ahí se deriva que la simbiosis estructural entre educación y cultura es
inexcusable.
La lectura y la escritura, aunque para algunas personas parecieran ser dos conceptos en extremo
elementales, son en la práctica dos herramientas necesarias para la adquisición de conocimientos
y para el acto investigativo, independientemente del soporte documental en que esté contenida la
información: gráfico, textual, sonoro, entre otros. No obstante, el reto está en la persona lectora,
en sus habilidades, capacidades y comprensión lectora, y en la experiencia en el uso de los datos.
Debido a que se trata de un proceso progresivo, es necesario el apoyo del personal docente y de
los diferentes enfoques metodológicos para que la población de estudiantes jóvenes, en su
diversidad y habilidades particulares, obtengan las herramientas oportunas. Parafraseando a
Ausubel (1983) hay que tener presentes tres elementos del proceso educativo, el profesorado y su
forma de enseñar; de igual manera, estimar la estructura de los conocimientos que componen el
currículo y la manera en cómo este se produce en las relaciones sociales en que se lleva a cabo el
proceso educativo. (p.1).
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Los enfoques y los procesos pedagógicos están vinculados en una relación privativa que debe
ser llevada a la praxis por parte de la persona educadora, o de cualquier persona interesada en la
investigación formativa, ambas con experiencia profesional en el área de la lectura y la escritura
como instrumentos para la investigación.
Según lo expuesto por Valverde, Y. (2014):
La lectura ha sido considerada como una habilidad o destreza que se utiliza para adquirir
información y registrarla en los más diversos formatos. El acto de leer es un proceso que
abarca múltiples aspectos, el trabajo de los símbolos gráficos, su decodificación,
clasificación y almacenajes para la clasificación de ideas, la estructuración de conceptos,
sentencias y formas más elaboradas de organización del lenguaje mental, constituyen
elementos de un complejo proceso de aprendizaje. (p.84)
Por lo anotado por la investigadora, se puede inferir que el acto de leer no es un acto sin
significado, algo vacío; es una práctica significativa, no mecánica, que promueve el conocimiento
mediante una serie de sucesiones cognitivas. La lectura como la escritura son labores que instan a
la aprehensión de una serie de procesos cognoscitivos que deben favorecer las habilidades cuando
el propósito de entender, comprender y producir una investigación se trata. Esta labor intelectual
hace que aflore el influjo de las competencias, el dominio lingüístico y del enfoque que se
determine oportuno. La formación académica y experiencia del profesorado es innegable, porque
es en el salón de clases donde las personas docentes pueden aplicar los métodos de enseñanza
eficaces para la formación investigativa, porque no se trata de intentar con métodos desacertados
de “ensayo/error”; por el contrario, es de aplicar todo un abanico de experiencias y conocimientos
para favorecer y llegar al logro de objetivos ante los retos y los desafíos que conlleva la enseñanza
en el actual milenio, y sobre todo que la persona discente obtenga las herramientas para los
procesos de investigación. Sin embargo, la persona docente debería tener como parte de su
formación profesional los contenidos necesarios y la experiencia para la investigación formativa
como parte de su currículo académico, independientemente de la materia que imparta. Esto por
cuanto la investigación formativa es una necesidad para los procesos de formación para la
investigación; además que se tendrían profesionales con un pensamiento más crítico, así como las
habilidades para el aprendizaje permanente. Esto sin lugar a duda, conllevaría a que haya
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profesionales comprometidos(as), personas más competitivas; personas docentes que harían frente
con más eficacia a los retos de la sociedad del siglo actual. De igual manera, esas competencias
serían transmitidas en su labor a los requerimientos de formación para las personas jóvenes que
también requiere el país.
Con base en lo expuesto, en la globalización, las personas jóvenes enfrentan una serie de
situaciones diversas, por tanto, la lectura y la escritura, así como su correspondencia con un
pensamiento crítico son las habilidades imprescindibles que les podrán permitir enfrentar los
desafíos en determinados contextos en la sociedad del conocimiento mediante la formación
académica en investigación. De tal manera que obtener esas habilidades hará que sean personas
con capacidades de conocimiento más innovadoras, lo que les podría proporcionar potenciales
intelectuales más altos que aquellas personas jóvenes que no tienen el hábito o el placer por la
lectura y la escritura. Es impostergable que las personas jóvenes obtengan las herramientas
necesarias para los actos de lectura, escritura y la investigación formativa como aprendizajes
significativos; pero como se ha enfatizado, el personal docente debería tener esa formación en
investigación formativa, así como hábitos de lectura permanentes.
No obstante, la realidad nos muestra una faceta que afecta aparentemente esas posibilidades,
incluso cuando la Ley Fundamental de Educación N° 2160 (1957), en los incisos mencionados en
el apartado anterior, hace énfasis en la labor de la práctica pedagógica de la persona educadora
para atender al estudiantado de manera adecuada. Por un lado se tiene el papel de la persona
educadora frente a la lectura, y también se debe acotar a modo de reflexión aquellos casos en que
alguna parte del alumnado podría presentar algún tipo de discapacidad intelectual o alguna
dificultad de aprendizaje para la lectura y la escritura: disortografía, dislexia u otra situación que
dificulte su proceso de enseñanza aprendizaje de manera eficiente a nivel de lectura, escritura u
ortografía, así como la práctica investigativa. Pero en definitiva el papel de la persona educadora
es vital, acomo de las acciones interdisciplinarias que se consideren pertinentes en su aplicación.
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CONCLUSIÓN
En ese tejido social complejo y diverso donde las personas jóvenes interactúan se evidencian
perspectivas y desafíos para la reflexión y análisis desde la institucionalidad educativa
costarricense por varias razones, entre ellos los datos que arrojan la Tercera Encuesta Nacional
de Juventudes 2018, en relación con la participación de las personas jóvenes en actividades
culturales/artísticas, en donde se indica que posee valores muy bajos en las diferentes regiones de
planificación, especialmente en actividades literarias: poesía, novela, ensayo, para un porcentaje
total de 1.5%. A pesar de que el 99,1% de las personas jóvenes dicen saber leer y escribir, no es
un indicador de que haya una práctica asidua de la lectura y escritura, según se mencionó; sin
descartar aquellas personas jóvenes que representan un 0.8% que no saben leer y escribir.
Por otra parte, el contraste entre los datos suministrados por la Tercera Encuesta Nacional de
Juventudes 2018, con los de la Encuesta Nacional de Cultura (INEC, 2016), en la que se indica
también un estudio por regiones de planificación, existe un alto porcentaje de personas jóvenes que
“saben leer y escribir” en los rangos de edad consabidos. Sin embargo, por los datos suministrados
en las encuestas y los motivos expresados por los cuales menciona que “leen o escriben” no es
un indicador de la calidad de la lectura o escritura significativas, porque son macrohabilidades que
conllevan una serie de actos cognitivos, especialmente para un sector de la población joven que
requiere atención por presentar algún tipo de discapacidad cognitiva, en cualquier región del país.
Pero será un reto y, quizá, una obligación del Estado para que los actos de lectura y escritura
sean significativos como se ha expuesto, debido a la importancia de esos actos comunicativos para
la investigación formativa.
Esta es una situación que, en nuestro país con un presupuesto asignado del 7,4% del PIB (2020),
se vuelve apremiante, y es otro desafío colateral por enfrentar desde la institucionalidad. En primer
lugar, habque examinar el modo en cómo las prácticas de lectura y escritura se emprenden y
promueven desde la institucionalidad educativa del país. Esto con el fin de que los objetivos
propuestos en este artículo coadyuven para que las competencias de lenguaje o macrohabilidades
(lectura y escritura) como actos significativos, que transversalizan cualquier área del saber, tengan
un papel preponderante en el proceso de enseñanza aprendizaje para las prácticas de formación
investigativa para las personas jóvenes que demanda la sociedad del conocimiento; así como un
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medio para el desarrollo de las capacidades comunicativas de la población joven, con respeto al
ritmo de aprendizaje de aquellas personas estudiantes que presentan algún tipo de discapacidad,
según se ha reiterado. De igual manera, habrá que tener en cuenta los datos de las encuestas y su
implicación para una asertiva toma de decisión, en las políticas públicas, por parte de las instancias
respectivas, dada la carencia que tiene la población joven respecto a los hábitos de lectura y
escritura, independientemente de los motivos por los que no leen o no les gusta leer. Como segundo
aspecto, habrá que medir el alcance de las acciones que emprendan las entidades comprometidas
en el desarrollo y formación de las personas jóvenes, con una perspectiva o visión de futuro en el
siglo XXI.
Por lo tanto, la importancia anotada en las significaciones que residen en los hábitos de la lectura
y la escritura, como macrohabilidades, así como propiciar y potenciar la investigación formativa
en la educación de cualquier sociedad del siglo XXI o como se le ha llamado sociedad del
conocimiento, son aportes de este estudio como los pilares en los que se debería basar cualquier
nación para el desarrollo y futuras capacidades en la formación de las personas jóvenes, tanto en
el ámbito académico como para su futura inserción laboral.
Nuestro país no necesita 'personas jóvenes consumidoras de información' sino ciudadanas y
ciudadanos que puedan poner en práctica sus conocimientos en los diversos contextos en la
sociedad del conocimiento, de acuerdo con sus potencialidades, quienes paulatinamente lleven a
cabo sus investigaciones con bases sólidas mediante las habilidades de lectura, escritura, así como
los principios metodológicos de una investigación que les propicie la creación de conocimiento.
De lo expuesto se obtiene que la investigación formativa conlleva dos características
fundamentales: es una investigación dirigida y orientada por una persona docente capacitada, y las
personas jóvenes son quienes interactúan responsablemente y con respeto, conjuntamente con la
persona docente, como personas jóvenes en formación. Entonces, resulta evidente que la primera
condición para poder incorporar la investigación formativa en los programas académicos, es que
tanto el personal docente como las personas jóvenes posean una formación esencial en metodología
de investigación, en vista de que la investigación sería una herramienta del proceso enseñanza-
aprendizaje.
El papel del personal docente, su motivación, sus estrategias y enfoques para incitar la
investigación en las personas jóvenes, es de vital importancia; pero ¿tendrán asiduos hábitos
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lectores las personas docentes para estimular en las personas jóvenes los hábitos de lectura y
escritura?
¿Será la investigación formativa, en el proceso de enseñanza aprendizaje, importante para el
personal docente en la formación de las personas jóvenes en la sociedad del conocimiento? Los
centros educativos son espacios idóneos también para inculcar la enseñanza de la investigación
formativa desde tempranas edades, mediante las persuasiones pedagógicas para los hábitos de
lectura y escritura. No obstante, puede existir parte del alumnado que no les interese la
investigación, pero quizá tengan otras habilidades que puedan desarrollar. Los datos de la
Tercera Encuesta Nacional de Juventudes 2018 señalan que de las muestras obtenidas, las personas
jóvenes manifiestan que “saben leer y escribir”, pero la forma cómo lo hacen no es un indicador
de la calidad de la lectura o escritura significativas, que llevan a cabo para una práctica de
investigación. Pero será un reto y un llamado urgente para el Estado para que los actos de lectura
y escritura sean significativos como se ha expuesto, debido a la importancia de esos actos
comunicativos.
Como lo ha evidenciado el resumen del Informe Estado de la Educación 2019, en relación con
el programa de español, específicamente, esta es una situación adversa que tiene varios años sin
una aparente solución en un plazo definido. En ese informe se menciona una escasa formación
académica de la persona docente en el área de español. También se podría acotar que los retos y
desafíos que enfrenta el sistema educativo actualmente, están reflejando las competencias de la
práctica docente, así como la atención de procesos y metodologías en la enseñanza aprendizaje de
la lectura y la escritura dirigida a las personas jóvenes. La situación obliga a que se tomen las
medidas correctivas por los gobiernos de turno para una revisión o reforma no solo de la Ley
Fundamental de Educación que plantea que se debe “contribuir al desenvolvimiento pleno de la
personalidad humana”, inciso e), sino de los programas de estudio y su valoración, de un examen
minucioso de las políticas públicas que emanan para las personas jóvenes y del 'valor' que se le
asigne en la sociedad del conocimiento a este grupo etario, especialmente en las áreas
comunicativas de la lectura y escritura como macrohabilidades para su desempeño escolar, social
y laboral.
A modo de cierre, para que la institucionalidad costarricense sea garante de la normativa
nacional como internacional, no se puede concebir que esta población como parte del abanico
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cultural, posea un nivel bajo de injerencia en la gestión cultural. La incorporación de la población
joven en todos los ámbitos del quehacer educativo y del sector cultural, debería ser una acción
impostergable. Por otra parte, al ser un grupo etario numeroso, si el Estado le brindara las
herramientas necesarias, escucharan realmente sus voces, propiciara la participación efectiva de
las personas jóvenes para que sean más competitivas tanto a nivel académico como en el sector
cultural; podría no solo estar garantizando las oportunidades para su pleno desarrollo (Ley
Fundamental de Educación), sino que también estaría siendo consecuente con el enfoque de
juventudes, en el que se indica que las personas jóvenes son el presente y no el futuro de nuestra
sociedad, por lo que su atención es prioritaria en cualquier ámbito de la institucionalidad
costarricense, con mayor razón por parte del sistema educativo y el sector cultural, para que se
brinde la debida atención, así como para que la incursión de esta población en un mundo
globalizado esté acorde con las demandas del siglo XXI.
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